Solo ocho mujeres y niños integrantes de una caravana de unos 150 inmigrantes centroamericanos pudieron ingresar el lunes a territorio de Estados Unidos para buscar asilo, mientras el resto pasó la segunda noche durmiendo en una plaza pública del lado mexicano.
Portando sus escasas posesiones, los solicitantes de asilo entraron por una puerta del paso fronterizo de San Ysidro por orden de un oficial de Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por su sigla en inglés).
“Los ánimos están altos, hubo buenas noticias para todos”, dijo Alex Mensing, organizador de proyecto de Pueblo Sin Fronteras, el grupo que organizó la caravana.
Unos 140 migrantes más siguen esperando en México para entregarse en el paso fronterizo de San Ysidro, en San Diego, el más transitado del país, dijo Mensing.
Los solicitantes de asilo generalmente son detenidos durante tres días en la frontera y luego son entregados al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas. Si pasan una evaluación inicial con un funcionario de inmigración, los solicitantes pueden quedar detenidos o salir en libertad en Estados Unidos, pero con un monitor de ubicación en el tobillo, hasta que sus casos se resuelvan, algo que podría demorarse varios años.
Casi el 80% de los solicitantes pasaron la evaluación inicial entre octubre y diciembre, pero pocos de ellos obtendrán la protección de forma definitiva. La tasa de denegación de asilo entre salvadoreños fue del 79% entre 2012 y 2017, según el Transactional Records Action Clearinghouse de la Universidad de Syracuse. Por detrás están hondureños, con un 78%, y guatemaltecos, con el 75%.
Abogados estadounidenses de inmigración, que ofrecieron asesoramiento legal gratuito en Tijuana la semana pasada, advirtieron a los migrantes que podrían ser separados de sus hijos o que podrían estar detenidos durante meses.
Críticas a las leyes
Funcionarios del gobierno de Donald Trump criticaron lo que calificaron de “vacíos legales” y políticas de “detener y soltar” que permiten a los solicitantes de asilo quedar en libertad mientras sus casos avanzan en los tribunales. El presidente tuiteó el lunes que la caravana “muestra lo débiles e ineficaces que son las leyes migratorias estadounidenses”.
El vicepresidente Mike Pence dijo que las leyes estadounidenses deberían cambiar para eliminar los “incentivos” para los inmigrantes, y acusó a activistas de alentar a los miembros de la caravana a abandonar sus hogares.
El secretario de Justicia de Estados Unidos, Jeff Sessions, se comprometió a enviar más jueces de inmigración a la frontera si era necesario y amenazó con abrir procesos penales. Su departamento dijo el lunes que presentó cargos por entrada ilegal al país contra 11 personas identificadas como miembros de la caravana.
La CBP explicó que la semana pasada procesó a cientos de solicitantes de asilo, muchos de ellos mexicanos, lo que contribuyó a una saturación que hizo que los oficiales rechazaran a los miembros de la caravana que comenzaron a llegar el domingo por la tarde.
“Vale la pena”
Pero los solicitantes de asilo no parecieron desalentados por las demoras.
La salvadoreña Elin Orellana, de 23 años, quien está embarazada, dijo que está escapando de la pandilla MS-13, blanco favorito de Sessions y Trump debido a los asesinatos brutales que ha cometido en Estados Unidos.
Orellana dijo que su hermana mayor fue asesinada por una pandilla en El Salvador, por eso ella está tratando de reunirse con sus familiares en el área de Kansas City.
“La lucha vale la pena”, dijo el domingo mientras acampaba afuera de la entrada mexicana al cruce fronterizo.