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“El estado puede tener mi cuerpo pero no mi alma”, aseveró Rosendo Rodríguez III antes de morir. Intentó frenar su sentencia a muerte hasta el último momento, pero la Corte Suprema rechazó este martes su pedido de emergencia. Fue condenado por la muerte de una mujer que fue hallada dentro de una maleta en un basurero.

Rosendo Rodríguez III, condenado por matar a una mujer de 29 años y abandonarle dentro de una maleta en un basurero, recibió este martes la inyección letal a las 6:46 pm (hora local) en Huntsville, Texas, un día después de cumplir 38 años.

Se trata del cuarto reo ejecutado en Texas y el séptimo en el país este año.

En su último mensaje antes de morir, Rodríguez agradeció al personal de la cárcel, pidió que el fiscal de Lubbock, que encabezó el proceso en su contra, sea investigado y llamó a boicotear la pena de muerte.

“Hoy es el día en el que me encuentro con mi Dios y mi padre. El estado podrá tener mi cuerpo pero no mi alma”, señaló Rodríguez, de acuerdo con el Departamento de Justicia Criminal de Texas.

Rodríguez recibió la pena capital tras ser hallado culpable del asesinato de Summer Baldwin, de 29 años. Su cuerpo desnudo y golpeado fue hallado en un vertedero en Lubbock, una ciudad del norte de Texas, en septiembre del 2005. Baldwin tenía varias semanas de embarazo.

De acuerdo con el forense, fue violada, golpeada y asfixiada. Es posible que haya estado con vida cuando fue abandonada en el vertedero. Durante la investigación, Rodríguez confesó haber matado a Joanna Rogers, una joven de 16 años con la que también se le implicaba. El cadáver fue hallado también en una maleta. El hombre alegó que había matado a Baldwin en defensa propia porque ella lo había atacado con un cuchillo.

Rodríguez fue ejecutado luego de que la Corte Suprema negara un pedido de emergencia introducido el lunes en el que se buscaba preservar su vida. Fue el último intento tras varias apelaciones desde su condena en el 2008.

En la solicitud de esta semana ante la Corte Suprema, el abogado defensor Seth Kretzer puso en duda el reporte del forense Sridhar Natarajan, señalando que el experto había sido demandado por una exempleada que aseguró que la despidieron cuando denunció que dejaba las autopsias en manos de técnicos no calificados. El año pasado, el condado y el forense debieron pagar 230,000 dólares como parte de un acuerdo.

Pero el estado alegó que la demanda en cuestión se refiere a la labores del forense entre el 2013 y el 2015, casi una década después del juicio de Rodríguez. Desde el estado aseguran que la petición de Kretzer no demostraba inocencia.

Al pronunciar sus últimas palabras, Rodríguez insistió en que el forense de Lubbock y su enfermera principal estuvieron “envueltos en numerosos actos ilegales y falsos”.

“Intentaron encubrir que miles fueron condenados erróneamente por Matt Powell, el fiscal de distrito. Esto necesita ser llevado ante la justicia”, dijo Rodríguez, quien pidió que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) intervenga.

También urgió “a todos a boicotear todos los negocios en Texas hasta que los negocios sientan la presión de detener la pena de muerte”. Aseguró ser católico y pidió que el papa Francisco “ayude a salvar a las personas en el corredor de la muerte”, a quienes describió como “hombres buenos”.

Durante el juicio de Rodríguez la defensa lo presentó como víctima de un padre autoritario, enfermo de alcoholismo y que lo maltrataba. Varios parientes describieron a Rodríguez como alguien “respetuoso” y una tía dijo incluso que creía que iba a ser “el primer presidente hispano de Estados Unidos”.

Pero una serie de mujeres aseveraron que había sido violento con ellas. Su novia de la preparatoria le aseguró al jurado que había abusado de ella.