MINNEAPOLIS, Estados Unidos (DPA).- Hace unas semanas era suplente. Pero su vida dio un giro impensado y, anoche, fue elegido como el jugador más valioso del Super Bowl: Nick Foles. El quarterback de Philadelphia Eagles se convirtió en el héroe inesperado de la gran final del fútbol americano, robando el show incluso a Tom Brady, estrella de los New England Patriots.
Casado con la supermodelo Gisele Bündchen, con cinco títulos de Super Bowl en sus vitrinas y considerado por muchos como el mejor de todos los tiempos, Brady es una superestrella mundial desde hace muchos años. Sus 1,93 metros y 100 kilos actuaron en películas y fueron representados en la serie “The Simpsons”.
Ayer estaba a un paso de escribir otra página dorada, de sumar otra corona más. Pero el gran protagonista fue el quarterback suplente de equipo rival, los Philadelphia Eagles, que se impusieron 41-33 en Minneapolis.
Cuando Brady ganó su primer Super Bowl, Foles apenas tenía 13 años. El hecho de que las posesiones de los Eagles estuvieran en las manos de este jugador de 1,94 metros y 110 kilos responde únicamente a una razón: la lesión que sufrió Carson Wentz a principios de diciembre. Se rompió el ligamento cruzado y dijo adiós a la temporada. Roto Wentz, parecía que el sueño de los Eagles se desvanecía.
Foles tuvo una temporada genial en 2013: en un encuentro dio 22 de 28 pases y en otro logró un récord de siete touchdowns, la friolera de 411 yardas. Pero entonces se lesionó el hombro, dejó St. Louis y fichó por Kansas. Desapareció del mapa y con 26 años pensó en la retirada. En 2017 regresó a la escena con un contra de dos años con los Eagles. Y en diciembre le llegó la oportunidad.
Foles arrancó con ciertas dudas, pero fue sumando confianza y en las semifinales ante los Minnesota Vikings explotó. Deshizo la mejor defensa de la liga con su acierto en el pase. Ni el mismo se creía su actuación.
En la final del domingo consiguió 373 yardas y 28 de 42 pases y se convirtió en el tercer quarterback que gana un Super Bowl tras jugar tres o menos partidos durante la temporada regular.
Foles cree que el éxito que logró en las últimas semanas es consecuencia de todo lo que rezó durante la lesión de hombro que tuvo. “La oración siempre ha sido mi fortaleza para seguir adelante”, indicó en los días previos al Super Bowl. “Quiero ser pastor en una escuela secundaria”, agregó sobre sus planes de futuro. “El año pasado me armé de valor y me inscribí en un seminario teológico”.
Foles, de 29 años, no es el único cristiano devoto en el vestuario de los Eagles: muchos de los jugadores rezan y leen la biblia juntos. “No puedo jugar al fútbol para siempre. He sido bendecido con una etapa increíble y es sólo una puerta que Dios ha abierto, pero todavía tengo muchas lecciones y un gran viaje por delante”.